Más Allá de las Heridas. Parte 2
Más Allá de las Heridas.
Parte 2
Estaba muy entusiasmada; solo faltaba un día para su partida. Sin embargo, mientras se dirigía a la cocina, sus pasos se detuvieron al escuchar una conversación intrigante entre las mujeres que trabajaban en la casa:
—Ese Noel siempre hace lo mismo, y ahora parece que ha encontrado una nueva víctima —comentó una de ellas con tono despectivo.
—¿Quién es? —preguntó otra, con curiosidad.
—Nadie sabe, pero se les ve juntos con frecuencia. Debe ser otra chica tonta y frustrada, ilusionada con él —respondió la primera.
—Qué triste. Ojalá supiéramos quién es, para decirle la verdad —añadió una tercera mujer.
—Sí, Noel está casado, pero le gusta aprovecharse de mujeres vulnerables para seducirlas y acostarse con ellas por un tiempo. Luego las abandona cuando se cansa de ellas.
Las palabras fueron como una bofetada para Romina. Se refugió en su habitación, incapaz de soportar la carga emocional de la revelación. Pasó el día llorando, sus esperanzas se desmoronaron como un castillo de naipes. Su corazón estaba más roto que nunca, pero al mismo tiempo, sentía una extraña sensación de alivio al descubrir la verdad sobre Noel antes de haber sido atrapada en su engaño. La tristeza se mezclaba con el consuelo de no haber caído en la trampa de un hombre que solo buscaba satisfacer sus propios deseos a expensas de mujeres desesperadas por encontrar una salida a sus propios sufrimientos.
Mientras Romina lloraba en la oscuridad de su habitación, no pudo evitar pensar en Samuel. A pesar del dolor y la traición que había sufrido a su lado, había momentos en los que él si parecía mostrar signos sutiles de arrepentimiento. Aunque su cambio no fue radical ni evidente, había pequeños gestos y actitudes que Romina había notado. Samuel nunca volvió a insistir en el tema de la intimidad y aunque su comportamiento era mayormente indiferente, había algo en su manera de actuar que sugería un deseo de redimirse, aunque de forma torpe e insuficiente. Estos indicios eran casi imperceptibles, pero Romina los había recogido a lo largo del tiempo. Sin embargo, estos esfuerzos no habían sido suficientes para reparar el daño hecho, y el cambio de Samuel, aunque presente, había llegado demasiado tarde.
Romina sintió una mezcla de tristeza y gratitud. La verdad sobre Noel le había hecho perder la última esperanza de escapar, pero también le ofreció una nueva perspectiva sobre su situación con Samuel. Aunque su matrimonio seguía siendo una prisión emocional, al menos no estaba a merced de un depredador como Noel. A medida que las lágrimas se secaban en su rostro, Romina se enfrentaba a una realidad dolorosa, pero también a una oportunidad de reconsiderar su futuro y encontrar una forma de seguir adelante con la dignidad que aún le quedaba.
Al día siguiente, ya más tranquila y con la mente despejada, decidió enfrentar a Noel. Se encontraba en el café al que solían ir con frecuencia, un lugar que ahora le parecía irónicamente tranquilo y apartado. Noel estaba allí, esperando, con su habitual aire de confianza. La tensión era palpable cuando se sentaron en una esquina discreta, lejos de las miradas curiosas.
Romina respiró hondo antes de hablar, su voz temblando ligeramente, pero llena de determinación.
—Noel, necesito que me digas la verdad —dijo, su tono firme pero cargado de dolor—. Las mujeres que trabajan en la casa de Samuel han hablado. Ellas dijeron que te dedicas a aprovecharte de mujeres desesperadas. ¿Es cierto?
Noel alzó una ceja, fingiendo sorpresa, pero su mirada evasiva traicionaba su desdén.
—Eso no es más que un rumor malintencionado —replicó él, intentando desviar la conversación con desdén.
Romina lo miró con una intensidad que parecía atravesar su fachada de indiferencia.
—No estoy aquí para escuchar mentiras —replicó con firmeza—. Sabes que lo que dijeron es verdad. Dime la verdad ahora, Noel.
Después de un momento de silencio tenso, en el que Noel parecía debatirse entre mantener la mentira o ceder, finalmente exhaló un suspiro resignado, revelando su verdadera naturaleza.
—Está bien, es cierto —admitió con una frialdad calculada—. No te amo, Romina. Solo vi una oportunidad en ti. Samuel haría cualquier cosa para recuperarte, así que pensé que podría engañarlo, haciéndole creer que te había secuestrado para sacar dinero. Tú no te enterarías de nada, y yo podría tenerte en mi cama por un tiempo, mientras tanto.
Romina sintió una oleada de repugnancia y alivio al escuchar la verdad. Su ira se transformó en una determinación fría y su corazón se sintió menos pesado al menos por saber la verdad.
—¿Y creíste que podrías jugar con mi vida como si nada? —dijo Romina, su voz cargada de una tristeza amarga—. Hubieras perdido tu tiempo. Samuel no te daría ni un centavo por mí. No me ama y no haría nada para recuperar a alguien que no le importa. Si pensabas que podrías aprovecharte de mí para tus propios fines, te has equivocado.
Se levantó de la mesa con una elegancia dolorosa, sus movimientos reflejando una mezcla de resolución y tristeza. Noel se quedó allí,con la mirada fija en ella, su rostro torcido en una mueca de furia yfrustración contenida. Romina se dirigió hacia la salida con la cabeza erguida,sintiendo el peso de sus decisiones, pero también un rayo de libertad. Nuncavolvió a tener noticias de Noel. La desaparición de él de su vida fue tan definitiva como una liberación de una prisión, y aunque la verdad era dolorosa,también era una forma de cierre que le permitió comenzar a reconstruir su vida.
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