El Camino del Amor y el Arrepentimiento. Parte 2

El Camino del Amor y el Arrepentimiento.

Parte 2

Un año después de la fuga de Oriana y Nicolás, el resentimiento del señor Pedro se fue apaciguando gradualmente. Su corazón se ablandó cuando la pareja regresó para visitarlo, llevando en brazos a su primer nieto, un bebé de apenas un mes de edad. La alegría de convertirse en abuelo superó cualquier rencor que pudiera sentir hacia Nicolás, y se sintió reconfortado al ver a su hija feliz y realizada al lado del hombre que amaba.

Oriana y Nicolás estaban decididos a construir una vida juntos. Mientras Nicolás trabajaba arduamente para sostener a su familia, Oriana se dedicaba al cuidado del hogar y de su pequeño hijo. A pesar de los desafíos y obstáculos que enfrentaban, encontraban felicidad en su amor mutuo y en el lazo que habían formado como familia.

Sin embargo, pasados dos años, la situación dio un giro inesperado cuando Nicolás fue despedido de su trabajo. La noticia sacudió los cimientos de su estabilidad y armonía. A medida que la presión financiera aumentaba, las discusiones entre Oriana y Nicolás se intensificaron, distanciándolos poco a poco.

Con el peso de la incertidumbre y las dificultades económicas sobre sus hombros, Nicolás decidió buscar una solución fuera del país. Habló con un primo que vivía en el extranjero, quien le ofreció trabajo y una oportunidad para empezar de nuevo. Aunque la idea de separarse les causaba dolor, sabían que era la mejor opción para asegurar el futuro de su familia.

Después de tomar la difícil decisión de que Nicolás se fuera primero y que Oriana se quedara con sus suegros por un corto tiempo, la separación resultó ser más difícil de lo que esperaban. Apenas una semana después de la partida de Nicolás, Oriana tomó una decisión impulsiva. Sin comunicárselo a nadie, decidió empacar sus cosas y regresar a la casa de su padre, argumentando que Nicolás la había abandonado.

Sus padres y hermanos encontraron extraño que Nicolás la hubiera dejado, pero optaron por creer la versión de Oriana. Mientras tanto, en su nueva situación, Oriana comenzó a perderse en la desesperación y el caos. Saliendo más de lo habitual, frecuentando bares y fiestas casi todas las noches, encontró una distracción momentánea en la compañía de su vecino, Manuel, quien, en comparación con Nicolás, carecía de atractivo y profundidad.

Tres meses después de su partida, Nicolás regresó con la esperanza de llevarse a su esposa e hijo consigo. Sin embargo, se encontró con una dura realidad: Oriana lo había dejado en su estancia en el extranjero, sin dejar rastro de su paradero. La noticia de que Oriana estaba saliendo con otro hombre le hirió profundamente, pero decidió no buscarla de inmediato. En su lugar, siguió el consejo de sus padres y decidió hablar con ella, al menos por el bien de su hijo.

Cuando se encontraron, Oriana mostró sorpresa al ver a Nicolás, pero estaba decidida a no volver con él. A pesar de su firmeza, accedió a hablar sobre la custodia del niño. Acordaron que Nicolás podría verlo siempre que quisiera, pero solo podía llevárselo en las vacaciones.

Nicolás decidió establecerse en el pueblo, consiguiendo un trabajo para estar cerca de su hijo. Aunque en el fondo anhelaba la posibilidad de una reconciliación con Oriana, pero se resignó a mantenerse a distancia, respetando su decisión mientras esperaba en secreto que algún día ella decidiera volver con él.

Con el paso de los años, los padres de Oriana se enteraron de la verdad sobre la separación de su hija y Nicolás, pero decidieron guardar silencio al respecto. En ese tiempo, tanto Oriana como Nicolás continuaron con sus vidas, aunque ninguna de las dos parejas encontró la felicidad que anhelaban.

Oriana se había casado con Manuel, pero su matrimonio se convirtió en una prisión de abusos físicos y verbales. A pesar de la crueldad de su esposo, ella lo soportaba, convencida de que no tenía a dónde más ir. En silencio, recordaba su vida junto a Nicolás y se lamentaba por su propia inmadurez y las decisiones que la habían llevado a ese punto. A pesar de sentirse atrapada en un matrimonio infeliz, Oriana no dejaba de sentirse culpable por el sufrimiento que había causado a Nicolás y por las consecuencias de sus propias decisiones.

Por otro lado, Nicolás estaba casado con Lucrecia, una viuda rica. Aunque su matrimonio con ella le brindaba estabilidad financiera, no podía escapar del peso del pasado y de su amor no correspondido por Oriana. Sabía que Oriana sufría en su matrimonio con Manuel, y a pesar de tener el impulso de ayudarla, su orgullo y los recuerdos del pasado lo mantenían alejado.

Mientras tanto, Manuel trataba con cariño a su hijo, demostrando que, a pesar de sus propios defectos, tenía un corazón bondadoso. Sin embargo, la presencia de su hijo no era suficiente para mitigar el sufrimiento de Oriana en su matrimonio infeliz.


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